
De esa muerte y de esa vida que ha dejado al margen.
Quiero hablar del despertar de los días que siguen a la ausencia...los ojos buscan lo conocido, el buen amor.
El peine y la mano acariciando el pelo, poniendo cintitas y hebillas, trenzando y estirandolo suavemente sobre la espalda niña. La cintura esta cerca y el pelo la caricia .
Tal vez en su recuerdo la caricia sea prolongada, dure días, meses, tal vez años.
Tal vez el rcuerdo de las manos y el peine en el pelo, apoyado y cayendo por la espalda le haga de capita infantil y la abrigue.
¿Sere yo tambien una huerfana afectiva?¿Será mi propia carencia la que me lleva a comprender exageradamente, mezclando con mis propios dolores y ausencias , lo que imagino que le sucede a ella ?
Tan niña y con un sufrimiento de adulto, una experiencia no elegida...ni siquiera imaginada alguna vez en un mal sueño.
En esta soledad momentánea, me abrazo a mi misma, simbolicamente, me arropo con mi propio calor y rebuscando en mi memoria rescato besos y abrazos perdidos definitivamente, intento comprenderla, comprender... la muerte .
Me es dificil aceptar que el amor y la muerte no se corresponden ni se respetan.
Algo muerto simpre nos acompaña, de alguna manera, sin palabras ni explicaciones.
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